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Abandono


No hay nada peor que la soledad. No me refiero a estar sólo físicamente; existe algo peor y es sentir tu alma abandonada. Después de llegar a este punto tan bajo no hay marcha atrás, lo lamento, moriste solo.

Yo quede solo hasta el punto de conseguir un abandono total, daba igual si alguien estuviese conmigo o no, mi vida no era vida.

Fui un pequeño optimista que vivía en el campo con su abuela, era lo más parecido a unos padres que pude tener. Fui el hijo que ella siempre deseó y había veces que en broma me reclamaba “¿por qué no llegaste antes? Viniste solo a despedirte de esta vieja madre” y aunque me insinuara la muerte de este modo, nunca lo consideré como algo real; pero es inevitable, la muerte es parte de nuestra humanidad… por la muerte vivimos.

En cuanto tuve siete años mi abuela me encargó varios quehaceres de la casa, ya que por su edad no podía moverse muy bien, sus huesos y músculos no aguantaban igual. Así que yo hacía todo lo que ella no podía.

Una mañana antes de ir por la leche subí a leer en las escaleras, como hace poco me había acostumbrado; oí a mi abuela gritar “ve por la leche” baje rápido y corrí al pueblo, de ida me encontré con el viejo Bernardo, el eterno pretendiente de mi abuela, me saludo comentándome que iba para la casa a visitarnos. “Vaya y enamórela mientras traigo la leche” le dije, el viejo Bernardo rió y se despidió.

En el pueblo había un aura de tristeza, después de un tiempo supe la razón, una tragedia había sucedido y todos me miraban como “el pobre chiquillo que va por la leche sin saber nada” ahora entiendo porque ese día me trataron tan tiernamente aunque me dedicaban miradas de lástima.

Al volver a casa me enojé un poco a encontrar la puerta abierta, mi abuela me regañaba cada vez que la dejaba así, “ese descuidado Bernardo” pensé. Entre y cerré la puerta, me dirigí a la cocina cuando Bernardo apareció impidiendo pasar más dentro de la casa. Esos momentos jamás los olvidaré, son imágenes que se han grabado en mi memoria, vi el rostro de Bernardo demacrado completamente diferente al de esta mañana, noté que estuvo llorando y con su voz ronca me comento que mi abuela resbalo por las escaleras; me asuste ¿se hizo daño? Se debió lastimar. Bernardo cerró los ojos incapaz de hablar, sentí como el frio recorrió todo mi cuerpo, empuje a Bernardo y corrí frente a las escaleras pero me detuve al ver a mi abuela en el suelo tan fría, tiesa… sin vida. Dirigí mi mirada a la escalera y encontré mis libros esparcidos en ellas.

Puede que no fuera grande pero entendí de inmediato que había sido mi culpa, un señor uniformado entró y me guió hasta un auto, ahí me quede no sé cuántas horas, en realidad no podía reaccionar, no lloré, no hablé, no hice nada por mucho tiempo, había entrado en un estado de shock.

Siento que aún no me recupero del dolor, el amor es algo que no recuperaré.

El lazo que se crea entre las personas es tan extraordinario y necesario pero no se valora hasta que desaparece.

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