Amor lunático
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Una noche la flor nocturna que sólo florecía después del atardecer y se escondía antes del amanecer, admiraba a su fiel compañera la luna (quien la acompañaba todas las noches) y de un momento a otro un ángel se posó a su lado; la flor algo asustada por esas imponentes alas decide preguntar
-señor… ¿desea algo?- amablemente ofrece- si desea, podría ayudarlo. No hay nadie que conosca mejor este gran jardín como la luna y yo.
El ángel, quien no se había percatado de la pequeña y delicada flor plantada a su lado, al ver esos hermosos pétalos perfectamente extendidos quedo perdidamente enamorado, el ángel lleno de valentía declaro su repentino amor y la flor nocturna sorprendida corresponde sus sentimientos.
Por siete largas noches la peculiar pareja de la flor y el ángel se amaron, mientras la olvidada luna los observaba de lejos. La luna no lo soportó más y envuelta en un manto de locura y celos decidió deshacerse del amante de la flor nocturna para que así ella volviese a pertenecerle.
A la siguiente noche la luna anciosa apareció unos momentos antes de que terminara el atardecer y con el último rayo de luz de éste, asesinó al enamorado ángel atravesándolo en aquel órgano donde provenían esos envidiables sentimientos.
Cuando cayó la noche, la flor salió de su capullo en busca de su querido ángel pero se encontró con la desgarradora imagen de su amado inerte entre las rosas de ese gran jardín. La flor lloró sin parar, deshecha por la tristeza comenzó a marchitarse, el final de la flor se aproximaba y la luna al presenciar esto sólo logró confesarle su crimen, pero a la flor ya no le importó, pues su ángel había partido y ahora ella deseaba acompañarlo en ese mundo desconocido llamado muerte.
La triste flor se despidió de la desdichada luna y antes de que el último pétalo cayese la luna prometió nunca volver a sentir celos de aquellos que se amasen frente a ella, entonces la única flor nocturna se marchito entre los rosales donde en un atardecer se desvaneció un ángel.