La globalización que se tragó al mundo
![images.jpg](https://static.wixstatic.com/media/fa3b6f_a6eee246d33145f1bac888101ffa4488.jpg/v1/fill/w_225,h_225,al_c,q_80,enc_avif,quality_auto/fa3b6f_a6eee246d33145f1bac888101ffa4488.jpg)
Fácil, cómo cualquier otro día, directo como cualquier mañana y monótono como cualquier rutina. Así nos vamos encaminando a nuestro futuro: Un mercado electrónico para todos.
Es ahora cuando el lector debe de cuestionarse, en qué, para qué y por qué gasta, es fácil decirlo, explicarlo y responder con argumentos que después de cuentas ya no importarán nada.
Como cualquier moda pasajera, hemos cambiado nuestra forma de actuar, enamorar, escribir y pensar; todo esto se le vino abajo a Lenin (quien nunca pensó que un hijo descerebrado rompiera con su tradición política y mucho menos contra los enemigos más temidos: Estados Unidos).
Así que desde 1991, con el auge de las comunicaciones, la pérdida de distancias (y de intimidad) ha generado una especie de “temor” universal al comprar o vender. Y usted, lector se preguntará ¿Por qué demonios la comunicación tiene que ver con la economía?
Pues la respuesta es sencilla, pero se las responderé; la influencia de Apple, Samsung, HP, etcétera; han producido un desequilibrio en la parte de adquirir bienes, sobre todo cuando se gana poco (desempleado, borracho o simplemente un desquiciado) y se endeuda mucho (cuando se llega al banco, con las caras sonrientes de las cajeras o asesoras de crédito), felices porque le quitarán los pocos billetes que tiene en sus roídos bolsillos y el otro ansioso por hablar con esa niña de hace muchos años (la cual nunca lo quiso por su físico, tal vez) en Facebook, creyendo que aún está disponible.
Al igual, la imagen vende mucho, la gente prefiere comprar jeans porque los usa una supermodelo, a diferencia de que las use nuestro héroe nacional. Vende más la chica, gana más el vendedor y lógicamente el comprador cree que ya ganó con el afiche de ella firmado con tinta impresa.
¿Hasta cuándo lo veremos?, esperemos que nuestra caída no sea tan estrepitosa como la de nuestros antepasados. Ellos si se pegaron su totazo… Y entonces así fue como la globalización se comió al mundo.